Desde hacía un tiempo, María soñaba todas las noches con ese momento en el que se encontraría frente a él, esperándola, como siempre.
Ansiaba que llegase ese momento en el que él llenaba la habitación con su luz, mostrándole todo lo que guardaba para ella en su interior.
Él lo había cambiado todo. Ahora a María la vida le sabía mejor, había vuelto a descubrir el sabor de las cosas.
Ya no podría vivir ni un día sin él. Se sentiría vacía.
No había vuelta atrás. María se había enamorado de su frigorífico.
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